Cuando nos iniciamos en el camino de ser padres, lo primero que notamos al cargar a nuestros hijos por primera vez es lo frágiles que son, susceptibles a que si no se tienen los cuidados pertinentes, su salud y vida penden de un hilo que se refuerza gracias a la atención y dedicación que tienen los padres con ellos 24/7; es por esto que con gran determinación estamos dispuestos a cualquier cosa por ellos el resto de nuestras vidas y sin importar qué tan adultos e independientes sean; por esto los defendemos contra los peligros y les tratamos de evitar el dolor a como de lugar; ya estamos entregados y conquistados en ese gran amor que nos provocan.
He recibido casos en consulta, de padres muy preocupados porque no han podido lograr disciplinar a sus hijos de forma que estos acepten con obediencia la corrección y muestran por el contrario signos de agresividad, frustración, no internalizan el cambio ante las acciones corregidas sino mas bien la continúan haciendo como reto claro a la autoridad.
De forma general los niños siempre van a responder mejor a la comunicación, amor, comprensión y empatía de sus héroes –sus padres-; los padres no corrigen porque odian a sus hijos y les quieren castigar haciéndoles sentir dolor para que “aprendan”; normalmente, los padres corrigen porque adoran a sus tesoros y quieren sacar de ellos lo mejor aunque a veces no hayan encontrado las herramientas adecuadas para esta tarea y siguen el patrón ya conocido y aplicado para ellos mismos cuando eran niños.
Si puedo lograr el objetivo deseado, que mi hijo aprenda de sus acciones sin lacerar su estima, sin herirlo, sino más bien logrando que internalice la importancia de ser bien tratado, comprendido, amado, en medio de la corrección que se realiza con amor, por qué seguir con un método que le ofrece al niño todo lo contrario?. Es que nos resistimos al cambio.
Cuando me certifiqué en disciplina positiva no pude evitar recordar aquello que había aprendido hace muchos años cuando mis hijos eran pequeños y yo buscaba alternativas de crianza y corrección que no estuvieran basados en las pelas ni en los castigos sin sentido; se llamaba PECES: Padres Eficaces Con Entrenamiento Sistemático. Ambos buscan lo mismo: entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar el mal comportamiento para guiarles de forma efectiva, positiva, afectiva pero sin dejar de ser firme y respetuosa de ambas partes.
Para aplicar la disciplina positiva debemos tener en cuenta que es importante luego de entender el comportamiento que muestra el niño, reconducirlo con respeto sin entrar nunca en una lucha de poder con ellos: “yo soy el adulto; yo tengo la autoridad”.
Este enfoque no incluye ni la permisividad, ni el control excesivo.
Según la autora Jane Nelsen en su libro: “Cómo educar con firmeza y cariño”, nos da cinco criterios a tener en cuenta para aplicar la disciplina positiva en nuestra familia:
Nelsen señala también que los niños con mal comportamiento son niños desanimados, que tienen ideas erróneas sobre como pertenecer y ser aceptados.
Podemos encaminar a nuestros hijos a sentirse animados y aceptados aplicando algunos cambios en casa, por ej:
En la medida que vayamos aplicando estas ideas en casa de manera consistente, comenzaremos a observar pequeños cambios que nos incentivarán a continuar y profundizar en este método de disciplina positiva. No es fácil criar, pero tenemos aliados para apoyarnos y seguir adelante.
Lic. Regina Pérez de González.
Psicólogo Clínico, especialista en niños.
Como padres, debemos ir preparándonos durante estos días, un buen momento para ir armando las rutinas de los peques.
Como padres, debemos ir preparándonos durante estos días, un buen momento para ir armando las rutinas de los peques.